No podemos considerar esta
Cuaresma
como una época más, repetición cíclica del tiempo
litúrgico. Este momento es único; es una ayuda
divina que hay que acoger. Jesús pasa a nuestro lado
y espera de nosotros —hoy, ahora— una gran mudanza.
(San
Josemaría, Es Cristo que pasa, 59, 4)